Vacunas.
Cuando un microorganismo completo (vivo o muerto) o algunas de sus proteínas, son capaces de inducir una respuesta inmune protectora y duradera, frente al mismo microorganismo virulento, sin producir efectos secundarios, se define como vacuna.

El sistema inmune puede prepararse frente a un determinado microorganismo de manera preventiva, para que si en algún momento apareciera el mismo microorganismo en forma virulenta, sea reconocido de forma rápida y pueda combatirse eficazmente.

Esta preparación preventiva, basada en la memoria del sistema inmune, en la que se consigue una respuesta adquirida, tanto humoral como celular, se denomina inmunización activa o vacunación. Otra forma de inducir inmunidad a un animal, en un momento determinado y con fines curativos más que preventivos, ya que es una inmunidad no duradera, es la denominada inmunización pasiva o sueroterapia. La sueroterapia, consiste en transferir inmunoglobulinas específicas frente a un determinado antígeno de un animal a otro (generalmente de la misma especie para evitar reacciones adversas de rechazo). Estos anticuerpos se producen en el animal donante tras una respuesta activa mediante diferentes vacunaciones o estimulaciones antigénicas.

En la especie porcina, la sueroterapia no se utiliza en la actualidad, aunque si es de gran utilidad en otras especies, como en la canina para el tratamiento del moquillo, en la felina para la panleucopenia y en la equina frente al tétanos.

En la sueroterapia, se transfiere de forma inmediata una respuesta humoral al animal receptor, basada exclusivamente en anticuerpos (respuesta humoral) (principales funciones biológicas de la inmunoglobulinas que no es muy duradera, debido al catabolismo de las inmunoglobulinas.

El descubrimiento de los anticuerpos monoclonales hizo alentar grandes esperanzas en la sueroterapia, incluso frente a diferentes tipos de tumores, sin embargo, al sólo poder producirse hibridomas en ratón hasta la fecha, se ha limitado su utilización por problemas de rechazo inmunológico.

¿Qué es una vacuna?


La respuesta inmune adquirida es una respuesta ESPECÍFICA inducida por un antígeno concreto que genera una respuesta para ese antígeno. Se pone en marcha tras el fracaso de la respuesta natural y sus primeras acciones comienzan ha observarse entre las 96 y las 120 horas post infección. Los agentes extraños o antígenos, no eliminados durante la respuesta natural, son llevados por los macrófagos desde la puerta de entrada hasta los órganos linfoides secundarios (ganglios linfáticos) donde las células presentadoras comenzaran su procesamiento del antígeno para iniciar la presentación a los linfocitos T CD 4+ (¿cómo se estimulan los linfocitos B?)

Un agente infeccioso (completo o fragmentado, vivo o muerto) capaz de inducir una respuesta inmune, mas o menos duradera, sin producir ningún tipo de lesiones se considera como una vacuna.



Fotos del laboratorio-museo de Louis Pasteur, Paris.

Alrededor de cien años después de esta primera vacuna, Louis Pasteur (1822-1895) demostraba que se podía inducir inmunidad, más o menos duradera, utilizando microorganismos homólogos (Jenner utilizó microorganismos heterólogos, virus de vacuno para prevenir la enfermedad en el hombre) modificados, bien en su virulencia, como por su inactivación total. Así nacieron las vacunas inactivadas, ensayadas por Pasteur en el carbunco y las vacunas atenuadas, producidas por primera vez, por el mismo autor en 1885, frente al virus de la rabia. Aunque Pasteur no llego a conocer los mecanismos de activación inmunitaria, ni de inducción de memoria inmune, su diseño de vacunas ha sido de gran importancia hasta la fecha. Estas vacunas, denominadas hoy día como convencionales, han tenido mucho éxito en el control y lucha frente a un gran número de enfermedades animales y humanas, desde la viruela, iniciadora de estos estudios, a la rabia, pasando por enfermedades porcinas, tan importantes como la Fiebre aftosa o la Peste porcina clásica. 

El mecanismo inmunitario de la vacunación fue finalmente aclarado en 1957, cien años después de Pasteur, por Frank Burnet (1899-1985) mediante la teoría de la selección clonar y con el posterior descubrimiento del papel de los linfocitos T y B en 1965

La estimulación de los antígenos que componen una vacuna induce una respuesta primaria con estimulación o expansión clonal de linfocitos T y B memoria (células memoria) capaces de inducir una respuesta secundaria si los mismos antígenos penetran de nuevo.

Desde un punto de vista tecnológico, se podrían clasificar los diferentes tipos de vacunas actuales, en dos grandes grupos: 

a) Convencionales:
Vivas atenuadas
Muertas inactivadas
b) Nueva generación:
Subunidades
Péptidos sintéticos
Recombinantes
Vacunas de ADN

¿Cuántos tipos de vacunas existen?

Los avances en el conocimiento de la respuesta inmune, los mecanismos de presentación antigénica, junto a los progresos conseguidos en las técnicas de biología molecular, identificación de las proteínas de interés inmunológico y la obtención de diferentes vectores para la expresión de las mismas, han permitido diseñar y obtener diferentes tipos de vacunas, denominadas de nueva generación, algunas de las cuales permiten diferenciar el animal vacunado del animal enfermo. No obstante, la gran mayoría de las vacunas actualmente en uso, frente a un gran número de enfermedades bacterianas y víricas, todavía pertenecen a las denominadas vacunas convencionales.

A lo largo de este capítulo y del siguiente repasaremos cada uno de estos tipos de vacunas destacando sus ventajas e inconvenientes.