PATOGENIA

Briones, V., Romero, L., Goyache, J. y Sánchez-Vizcaíno, J.M

El virus de la Fiebre aftosa penetra en el animal generalmente por vía aérea mediante la formación de aerosoles, pocas partículas virales son normalmente necesarias para iniciar la infección en la mayoría de las especies excepto en el cerdo. La especie porcina es mas resistente a la infección que la bovina o la ovina por vía respiratoria, siendo sin embargo mucho mas sensible por vía oral El virus de la Fiebre aftosa presenta un tropismos por las células epiteliales en las que se replica rápidamente en la misma puerta de entrada (mucosas del tracto superior respiratorio, mucosa bucal o pliegues de la piel, como por ejemplo, en el interdígito) dando lugar a unas vesículas denominadas aftas primarias que generalmente suelen pasar inadvertidas.

Tras esta primera replicación el virus pasa a sangre, produciéndose una viremia que se caracteriza por temperatura elevada y mal estar general del animal. En esta fase el virus de la FA producirá una segunda replicación en las células reticuloendoteliales y en el parénquima de los órganos diana (hígado, bazo, médula ósea y músculo estriado), finalmente el virus vuelve de nuevo a los lugares de predilección (células epiteliales), produciendo las vesículas secundarias características de la enfermedad, fundamentalmente en hocico y patas. El mecanismos por el cual pasa de sangre a zonas no muy vascularizadas del epitelio no está del todo aclarado.  

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Capacidad de transmisión y de adquisición de la enfermedad

El virus de la Fiebre aftosa no afecta con la misma sensibilidad a las diferente especies animales, así como es muy diferente la capacidad de excreción del virus y por tanto el potencial de transmisión de la enfermedad según la especie afectada. Así, el ganado vacuno es, con mucho, el más susceptible a la adquisición de la enfermedad por vía aerógena, lo que, en parte, se relaciona con el mayor volumen respiratorio de esta especie en relación con la porcina, ovina o caprina. Añádase a ello que la dosis infectiva mínima por vía aerógena parece ser bajísima para la vaca (unas 5 a 10 partículas víricas), lo que representa unas dos veces y media menor que la necesaria para la oveja. En cuanto al cerdo, las dosis infectivas mínimas por vía aerógena son mucho más elevadas que en el caso de la vaca, siendo en cambio la especie doméstica más sensible a la infección cuando la tiene lugar por vía oral.

En relación con la capacidad de excreción vírica, ésta es también muy diferente entre las especies domésticas. Los cerdos son grandes excretores de virus, y en concreto por vía aerógena, la especie más relevante desde el punto de vista de la transmisión lejana. El cerdo puede llegar a excretar hasta 3000 veces más partículas víricas por día (108 unidades infectivas) que una oveja o una vaca en idéntico período de tiempo.  

S. ALEXANDER 2001


Vías de transmisión. Contagiosidad.

La transmisión de la Fiebre Aftosa es extraordinariamente fácil. Para ello, el virus se sirve tanto del contacto entre individuos sanos e infectados, y de la vía aerógena (inmediata y lejana), como de las vía indirectas mediadas por fómites o por productos animales infectados. La inmensa mayoría de los contagios tienen lugar por contacto entre sanos y enfermos. Fruto de esta circunstancia es el hecho de que en Europa Occidental la Fiebre Aftosa sea una enfermedad propia de la ganadería intensiva, que facilita el contacto directo y la formación de aerosoles.

Mención aparte merece la vía de transmisión aerógena, Dado que los animales enfermos excretan en sus secreciones respiratorias grandes cantidades de partículas víricas esta vía de transmisión es la mas importante ya que se unen en ella la posibilidad de transmisión cercana (dentro de la propia granja o a granjas próximas) así como la posible, aunque menos probable, de larga distancia. La excreción por animales enfermos en el interior de una granja o en zonas de alta densidad ganadera ocasiona una altísima carga ambiental de partículas víricas que, de forma casi ineludible, originará nuevos contagios. En cuanto a la transmisión aerógena de larga distancia, el virus dependerá en gran medida de los factores climáticos para su supervivencia: de entre ellos destaca la humedad relativa, que por encima del 60% casi asegura la viabilidad vírica.   Pero deben añadirse otros factores, como son la temperatura (de menor importancia en climas templados), la existencia de corrientes continuas de aire húmedo no sujetas a cambios de dirección (algo que provoca, por ejemplo, una orografía accidentada), nubosidad o niebla (que permite la permanencia de virus viables en capas inferiores y por tanto con más probabilidades de contactar con hospedadores susceptibles), y la ausencia de precipitaciones (que determinarían la caída de las partículas víricas). En este sentido, y como ejemplo gráfico, se han demostrado transmisiones por esta vía entre Francia y Gran Bretaña en el pasado. Esta vía de transmisión, de hecho incontrolable, ha sido objeto de numerosos estudios entre los que destacan los que tratan de realizar modelos computerizados de la posible dispersión del virus considerando las variables climáticas reseñadas.

La vía indirecta de diseminación, mediada por todo tipo de vectores mecánicos (animados o inanimados), es también útil para la difusión del virus: ropa, calzado, vehículos, utensilios de todo tipo (quirúrgicos, palas, bebederos...), pienso, cama, forraje, pájaros, roedores, perros, gatos, etc., que hayan entrado en contacto con animales enfermos, en incubación o convalecientes, así como con sus secreciones o deyecciones (fosas de purines, estercoleros) son potencialmente peligrosos y exigen medidas específicas de bioseguridad para evitar su papel en la transmisión. Asimismo, las personas que han entrado en contacto con estos mismos sustratos pueden actuar como portadores mecánicos, y es la razón por la que en los equipos sanitarios que afrontan los brotes se establezcan períodos de "descanso" en cuanto a visitas a nuevas granjas para evitar esta posibilidad.

Se ha descrito igualmente la implicación de productos y restos alimenticios procedentes de animales infectados (carne refrigerada y congelada destinada a chacinería, o canales procedentes de zonas no exentas y no deshuesadas, por ejemplo) que pueden contener virus viables (remitimos al efecto del pH sobre la viabilidad vírica para mayor información) y que, consumidos o puestos en contacto con especies susceptibles, transmiten la enfermedad. Igualmente puede ocurrir a través de semen, embriones y, en general, cualquier producto animal.   Ha recibido gran importancia el papel potencial de la leche, en la que, si bien de hecho se excreta virus, y puede mantenerse viable durante un cierto tiempo, las probabilidades de transmisión efectiva son bajas. Sin embargo, y pese a que los productos de origen animal pudieran parecer una posibilidad remota en la transmisión de la enfermedad en países desarrollados, debe recordarse en este punto que parece haber sido ésta, y no otra, la vía de ingreso del virus de la Fiebre Aftosa (serotipo O Panasiático) en el brote de 2001 en Gran Bretaña, con las dramáticas consecuencias por:

Transmisión:
Los principales mecanismos de transmisión son:
- El contacto directo entre animales sanos y enfermos.
- El contacto a través de productos contaminados de origen animal como carnes, leche, piel y cueros.
- Por vía aerógena, esto es transmisión por aire especialmente en zonas templadas, hasta 60 km sobre tierra y 300 km por mar.
- Por semen, por lo que puede ser transmitida por inseminación artificial.
- Por contacto con objetos contaminados, (transporte, utensilios de manejo, ropa, calzado, personas,....).

Fuentes de virus:
- Animales en periodo de incubación, clínicamente afectados, y portadores.
- Aire expirado, saliva, heces y orina; Leche y semen, (hasta 4 días antes de los síntomas clínicos).
- Carnes y productos derivados en que el PH se mantuvo por encima de 6,0. El virus sobrevive durante semanas o meses en medula ósea, gánglios linfáticos, y coágulos sanguíneos de los grandes vasos . Sin embargo la supervivencia en los órganos internos y músculos es mucho menor debido a la presencia del ácido láctico y otras sustancias que lo inactiva.

El virus de la Fiebre Aftosa se inactiva durante el proceso de curación comercial de productos de cerdo elaborados, como jamón, paletillas o lomos. Por tanto éstos productos no pueden transmitir el virus. Otros productos procedentes de animales de las zonas afectadas como cárnicos, leche y sus derivados deberán ser sometidos a uno de los tratamientos dispuestos en las directivas comunitarias.

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