ETIOLOGÍA
El Haemophilus parasuis fue descrito inicialmente como H. suis y, redenominado más tarde, como H. influenzae suis (Leece, 1960), siendo finalmente denominado H. parasuis en función de su independencia, para crecer, del factor X de coagulación de la sangre (hemina u otras porfirinas). No obstante, su posición actual dentro de la familia Pasteurellaceae, género Haemophilus, al que se adscribe, permanece incierta, debido a una clara falta de homología con otras especies del mismo género. Por otra parte, aunque fenotípicamente H. parasuis es homogéneo, existe una heterogeneidad intraespecífica muy clara, que se manifiesta no solo desde el punto de vista inmunológico, sino también genético. No resulta descabellado pensar, por ello, que en un próximo futuro se produzca una reorganización taxonómica que conduzca a decisiones drásticas en lo que a la definición de la especie se refiere. En ella parece probable que los serotipos 4 y 5 se organicen como especies independientes.

H. parasuis se presenta como pequeños bacilos o cocobacilos acusadamente pleomórficos, con ocasional presencia de formas filamentosas. Su longitud, por ello, resulta extremadamente variable, desde 1 a 7 µm de largo por 0'2 a 2 µm de ancho.

Son microorganismos Gram negativos, con cápsula o sin ella (según los serotipos y, aún, según las cepas) en cultivos de laboratorio, y dependientes para su crecimiento del factor V de coagulación de la sangre (nicotinamida adenina dinucleótido, NAD).

 

Tinción de Gram y Microscopías electrónicas de barrido y transmisión de H. parasuis

Figura 2. Tinción de Gram y Microscopías electrónicas de barrido y transmisión de H. parasuis.


Agar

Figura 3. Arriba, agar PPLO y en el centro agar sangre inoculados con H. parasuis. A la derecha agar sangre inoculado con A. pleuropneumoniae y H. parasuis. En todos los casos, medios con NAD. Abajo, agar TSA con discos de NAD, a la izquierda, detalle del crecimiento de A. pleuropneumoniae, A. suis, (arriba) y H.parasuis y A. minor (abajo). A la derecha, A. pleuropneumoniae en agar PPLO con discos de NAD.

 
En el laboratorio, para su crecimiento y cultivo, se añade ß-NAD a los medios de cultivo, en una proporción aproximada del 0'01-0'025 %. De forma natural, el factor se obtiene directamente en algunas formulaciones que incorporan sangre calentada (agar chocolate) o mediante la utilización de estrategias de cocultivo, con una estría nodriza de otras bacterias productoras del factor, como Staphylococcus aureus o St epidermidis, a las que satelitiza en la superficie de los cultivos. Producen colonias muy pequeñas, de 0'5-1 mm de diámetro (e incluso menos), no hemolíticas sobre agar sangre (lo que les diferencia de Actinobacillus pleuropneumoniae, Streptococcus suis y otros) y traslúcidas, después de 24-48 horas de incubación (incluso 18 horas) a 37ºC en atmósfera aerobia o, en el caso de aislamientos o cultivos primarios, mejor en microaerofilia, con un 5% de CO2. Los investigadores japoneses utilizan, con éxito, el medio HN-S (en caldo o agar), preparado a base de BHI suplementado con un 5% de suero de pollo y NAD y adicionado, según el caso, de agar.

Bioquímicamente H. parasuis se caracteriza por una actividad metabólica discreta, en la que destacan la presencia de las enzimas catalasa y oxidada, careciendo, sin embargo, de ureasa. Reducen los nitratos a nitritos, pero ni producen indol del triptófano, ni descarboxilan la ornitina, la lisina o la arginina. Producen ácido de diversos sustratos como la glucosa, manosa, maltosa y sacarosa, pero son negativas en el caso de la xilosa, lactosa, manitol, rafinosa y arabinosa. En el caso del inositol se obtienen resultados variables según la cepa de estudio, igual que ocurre con la producción de SH².

Determinación
Resultado
Determinación
Resultado
Necesidad de NAD
+
Acido de arabinosa
-
Hemólisis
-
Acido de melibiosa
-
CAMP
-
Acido de trehalosa
-
Ureasa
-
Acido de celobiosa
-
Oxidasa
+
Acido de rafinosa
-
Catalasa
+
Acido de lactosa
-
ONPG
+
Acido de manitol
-
a-Fucosidadasa
+
Acido de la glucosa
+
Producción de indol
-
Acido de la manosa
+
Crecimiento en agar MacConkey
-
Acido de la manosa
+
Reducción de Nitratos
+
Acido de la maltosa
+
Acido de la sacarosa
+
Tabla 1. Características metabólicas principales de H. parasuis


Diferenciación intraespecífica de H. parasuis

Dentro de H. parasuis se acumulan una ingente variedad de cepas entre las que, al menos desde el punto de vista práctico y en lo que a la patogenicidad se refiere, existen diferencias considerables. Algunas, se relacionan con procesos morbosos en tanto que otras pasan por ser comensales del tracto respiratorio superior del ganado porcino.

Estas diferencias, no pueden ponerse de manifiesto desde el punto de vista metabólico y, desde hace ya años, los especialistas se esfuerzan por establecer relaciones inmunológicas moleculares, genéticas o fenotípicas, al menos en alguna medida, entre ciertos caracteres y la capacidad para producir daño en el hospedador.


En este sentido, por ejemplo, aplicando métodos electroforéticos (electroforesis en geles de poliacrilamida, SDS-PAGE), Nicolet y Morozumi (1980, 1986) pusieron de manifiesto dos patrones diferentes sobre los que asentaron biotipos, denominados con números romanos (I y II). El biotipo I se caracteriza por la presencia de grupos de bandas con PM por encima de 68 kDa y entre 23 y 40 kDa y agrupa, por lo general, cepas de H. parasuis que se aislan de las fosas nasales de cerdos sanos o de origen respiratorio en general. El biotipo II, se caracteriza por la presencia de una banda de aproximadamente 37 kDa de PM y es él se corresponden cepas que producen enfermedad de Glässer.

 
Perfiles SDS-PAGE en los biotipos I y II

Figura 4: Perfiles SDS-PAGE en los biotipos I y II (Nicolet et al.)

En un estudio realizado en Japón, se concluyó que el 80% de las cepas de origen nasal eran del biotipo I, mientras que el 91% de las cepas aisladas de casos de enfermedad (lesiones) eran del biotipo II.

Se ha aplicado, también, un método similar para estudiar los perfiles de las proteínas de membrana externa (PME) a partir de preparaciones de suspensiones de bacterias rotas por ultrasonidos. Mediante este procedimiento, se han llegado a diferenciar hasta 18 patrones diferentes, que ratifican la gran variabilidad intraespecífica, ya comentada.

Finalmente, las cepas se han discriminado dentro de H. parasuis, por su reacción frente a antisueros policlonales obtenidos en conejo. Este es, sin duda, un procedimiento muy antiguo, iniciado ya en 1952 con un esquema muy simple que solamente reconocía cuatro serotipos (A, B, C y D) diferenciados por una reacción de precipitación frente a extractos celulares. En los años siguientes, en particular en las décadas de los años ochenta y noventa, se fueron incorporando descripciones de nuevos serotipos, inicialmente hasta 7 (serotipos 1 al 7), mediante un procedimiento de gel-difusión. Las cepas asociadas con la enfermedad de Glässer se correspondían con los serotipos 1, 5, 6 y 7, mientras que los serotipos 2 y 3 se asociaban con neumonía y el 3 (capsulado) se consideraba comensal. A esta lista se fueron incorporando también otros, como los denominados "tipos Jena 6 a 12", propuestos por Kielstein en Alemania.


Finalmente, en 1992, Rapp-Gabrielson y Kielstein sentaron las bases del esquema actual y "oficializaron" una lista de 15 serotipos que son los que se reconocen en la actualidad (1 al 15) mediante una prueba simple de inmunodifusión en gel en la que se enfrentan antisueros producidos en conejo con un antígeno termoestable y resistente a enzimas proteolíticas, probablemente de naturaleza polisacárida o lipopolisacárida, presumiblemente de origen capsular o mezclas de cápsula, lipopolisacárido y algunas proteínas.

 
Inmunodifusión para la tipificación de H. parasuis

Figura 5: Inmunodifusión para la tipificación de H. parasuis. Detalle de las lineas de precipitación entre los antisueros frente a los serotipos 2 y 5 y los antígenos correspondientes (Morozumi y Nicolet)

En cualquier caso, es destacable, que el procedimiento dista mucho de ser el ideal, pues un número elevado de aislamientos (hasta el 30% e incluso más) identificados como H. parasuis, no se tipifican por los procedimientos descritos, lo que se ha interpretado como que tales cepas tal vez no expresen suficiente cantidad de antígeno o que, seguramente más probable, se trate de serotipos nuevos. A estos inconvenientes se suman otros, como la presencia de reacciones cruzadas, la escasa inmunogenicidad de algunos serotipos, en particular el 7 y el 9, o la gran variabilidad que presentan las cepas incluídas en otros.

Además de los intentos de clasificación en biotipos por SDS-PAGE, ya comentados, se han propuesto algunas otras alternativas moleculares para la tipificación intraespecífica de H. parasuis, como es el caso de la electroforesis de enzimas multilocus (MEE) propuesto recientemente por autores australianos, que a la vez que han permitido comprobar que la cepa del serotipo 5 tiene muy poco que ver con el resto, asemejándose únicamente a algunas cepas de los serotipos 4, 13 y otras NT, permitió obtener buenos resultados de discriminación y agrupación con criterios epidemiológicos, pero resulta un procedimiento demasiado complejo para su utilización rutinaria en los laboratorios de diagnóstico.

Otros procedimientos aplicados a la clasificación y tipificación de cepas incluyen el RFLP (Restriction Fragment Lengh Polymorphism), y variantes de la PCR (Polymerase Chain Reaction), como la RAPD-PCR (Ramdomly Amplified Polimorphic DNA) o el rep-PCR (repetitive element sequence-based), todas las cuales han ratificado la gran heterogeneidad interna de esta especie.


Factores de virulencia

Es, hasta la fecha, una cuestión poco conocida, tal vez porque todavía no se ha abordado con el interés suficiente por parte de los investigadores. Un hecho evidente, sin embargo, es la relación existente entre la virulencia de una cepa y su serotipo, aunque extraer conclusiones definitivas tal vez sea un tanto arriesgado pues no es raro que un serotipo virulento incluya cepas avirulentas, y lo contrario.

Los primeros estudios desarrollados en el hospedador natural, sugirieron que los serotipos (mejor, las cepas de referencia de los serotipos) 1 y 5 eran virulentas y que los serotipos (cepas de referencia) 2, 3, 4, 6 y 7 eran poco virulentos o avirulentos. Cuando la lista de serotipos se amplió a los 15 que se conocen actualmente, también se consideraron muy virulentos los serotipos 10, 12, 13 y 14, mientras que a la lista de menor virulencia o avirulentos se añadieron el 8 y el 15. Así pues, ahora se considera que los serotipos 1, 5, 10, 12, 13 y 14 se asocian con casos agudos que producen alta mortalidad después de un curso breve de no más allá de 4 días. Otros, como ocurre con los serotipos 2, 4 y 15, dan lugar a formas crónicas con artritis y poliserositis. El serotipo 8 se califica como 'debilmente virulento' y el resto, serotipos 3, 6, 7, 9 y 11 no se relacionan con enfermedad clínica.

Lo que parece claro es que el serotipo 5 es el más virulento y el que se considera referente de patogenicidad en todos los estudios. En el extremo contrario, también parece que hay unanimidad respecto de la falta de virulencia de los serotipos 3, 6 y 7. Las grandes discusiones se producen respecto de los serotipos 2 y 4.

En el primer grupo, de serotipos 'virulentos', también se han establecido diferencias en relación con la infección experimental en cobayo, por vía intratraqueal, animal que se considera un buen modelo de laboratorio. Así, los serotipos 1 y 5 resultan los más invasivos, originando la muerte de los animales a dosis altas (1'3 x 1010 UFC, en el caso del serotipo 1 y de 4'2 x 109 UFC en el caso del serotipo5), mientras que en dosis más bajas (1'3 x 108 UFC en el caso del serotipo 1 o 4'2 x 107 UFC, en el caso del serotipo 5) producían estados de septicemia persistente. En este estudio, los serotipos 2 y 6 resultaron menos virulentos, aunque en algunos casos fueron causa de bronconeumonía y muerte. Finalmente, los serotipos 3, 4 y 7, solo produjeron signos transitorios y lesiones mínimas.

La razón de la virulencia, esto es los factores de virulencia se conocen poco y mal, por el momento.


Por ejemplo, un hecho no aclarado, es la relación que se aprecia entre la virulencia y la capacidad aglutinante en acriflavina, o por simple hervido, o el perfil obtenido en SDS-PAGE del biotipo II, que seguramente se relaciona con estructuras o funciones, buenos candidatos para ser considerados como factores de virulencia, aunque por el momento aun no se han definido. En relación con la presencia de cápsula, aunque los primeros datos apuntaron a una composición homogenea, lo cierto es que pronto pudo verse que existían diferencias considerables, no solo en composición, sino incluso en lo que a presencia o ausencia se refiere;de hecho parece que más de la mitad de los aislamientos son acapsulados y curiosamente esto parece que coincide, también, con las cepas más virulentas.  
Aglutinación con acriflavina

Figura 6. Aglutinación con acriflavina. A la izquierda, negativo y en el centro y derecha, positivos de distinta intensidad (Morozumi y Nicolet)
La falta de cápsula se relaciona con la aglutinabilidad, tanto en presencia de acriflavina, como por hervido. La falta de cápsula se relaciona con la virulencia, aunque también se han descrito cepas virulentas capsuladas.

También se han asociado diferencias en la virulencia con determinadas proteínas de la membrana externa. En un estudio reciente, los perfiles de las PME de un grupo de cepas relacionadas con procesos sistémicos sugirió una cierta clonalidad de las mismas, dada la estrecha homogeneidad observada, y una más que probable implicación como factores de virulencia o como marcadores.
De modo particular, desde 1995 se dispone de evidencias acerca de la existencia de proteínas receptoras de transferrina, que tan importantes papeles desempeñan en otros microorganismos próximos como A. pleuropneumoniae, H. influenza y N. meningitidis (entre otros). Recientemente, trabajos de nuestro grupo (Rodríguez Ferri et al.) han demostrado la existencia de los genes tbpA y tbpB que codifican para las proteínas correspondientes, receptoras de transferrina sérica porcina y otro tanto ocurre, también, respecto de los otros genes que forman parte del complejo TonB (exbB y exbD). Esto no excluye, de la existencia de otros mecanismos alternativos de captación de hierro, como pueden ser sideróforos.
 

En lo que hace referencia a la presencia y participación de otras estructuras en la virulencia como ocurre con las fimbrias, que desaparecen cuando se cultivan en medios inertes sólidos, su posible papel en la adherencia de la bacteria a las células o superficies inertes, aún no ha sido establecido de forma concluyente.

Respecto del LPS, por el momento sus patrones moleculares no se han asociado con la virulencia, aunque se ha relacionado con la aparición de trombosis y coagulación intravascular diseminada.

Hace unos pocos años se ha denunciado la presencia de la enzima neuraminidasa, independiente del calcio, asociada a las células, en particular de forma importante al final del periodo de crecimiento logarítmico, sugiriéndose que su función podría relacionarse con la supervivencia intracelular, con la adherencia celular o, tal vez, con la captación de nutrientes.

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